La palabra “Peeling” viene de la palabra inglesa “to peel”, que significa pelar. Los peelings químicos se basan en una forma acelerada de exfoliación, eliminando las capas de células muertas, lo que provoca una rápida renovación de la capa externa de la piel o epidermis, ayudando a estimular la formación de nuevo colágeno y elastina, por lo que la piel se rejuvenece, tanto en hidratación como en tersura.
Como resultado, la piel queda más luminosa, limpia, compacta, lisa y rejuvenecida. Además, sirve para eliminar o difuminar las manchas de la cara, disminuir las arrugas, las cicatrices y las marcas de acné. (Nota aclaratoria: los peelings funcionan igual de bien, tanto para la piel femenina como la masculina.)
En función del tipo de piel y sus necesidades, se puede aplicar un tipo de peeling más superficial o bien uno de más profundo. El objetivo de un peeling químico es conseguir una aspecto más joven y luminoso.
La diferencia entre los diferentes tipos de peelings químicos consiste en el nivel de profundidad en el que actúan y por tanto en una mayor o menor renovación de la superficie de la piel y en una mayor o menor estimulación de las capas que se encuentran debajo.
Los agentes químicos que se utilizan en un peeling pueden ser muchos y variados. Por ejemplo el ácido glicólico, en función de su pureza y el tiempo de contacto, provoca la eliminación de capa externa de la piel (epidermis) y suele utilizarse para estimular la dermis y tiene un efecto hidratante. En mi caso, actualmente estoy usando una vez por semana, SEGLE GLICOLMIX de SegleClinical, un peeling químico para usar uno mismo en casa. Está formulado con un 20% de AHAs de origen natural (ácido glicólico al 10%, ácido láctico 9%, ácido cítrico al 1%). Pero eso no es todo: